martes, 20 de noviembre de 2012

25-N, otra ocasión perdida... y ya no queda tiempo

Suelo aprovechar las convocatorias electorales para hacer algún análisis político de las alternativas posibles, pero en esta ocasión no lo veo necesario. Repasando la entrada de hace un año, veo que las mismas palabras siguen siendo válidas. No hace falta cambiar ni una coma.

La diferencia, si acaso, sería que cada vez tenemos menos tiempo, que con la situación tan crítica que atravesamos, no podemos permitirnos el lujo de votar a los de siempre, y esperar 4 años, para votar por fin algo distinto. Deberíamos hundir ya a los partidos tradicionales. Pero no lo vamos a hacer. El día 26, los catalanes nos encontraremos gobernados de nuevo por CiU, PP, PSC, ERC... la historia se repite. Si acaso, con un poco de suerte, la probable entrada de CUP añadirá una cierta frescura al Parlament. Pero su escasa representación y el seguro olvido al que los van a condenar los medios, no hacen pensar que puedan tener una influencia importante. También podría ocurrir que EsconsEnBlanc o Pirata.cat consiguieran alguna pequeña representación (ojalá), pero las esperanzas no son muchas, y en todo caso sería un logro casi simbólico.

Dirán algunos que el tema del referendum sobre la independencia hace de esta convocatoria algo completamente diferente. Pero no nos engañemos: se trata de una gran cortina de humo con la que Mas y Rajoy pretenden, a base de revivir los nacionalismos catalán y español, tapar otras noticias y otros debates, y sobre todo el gran debate: cómo cambiar este sistema gastado, que ya no funciona.

lunes, 19 de noviembre de 2012

La intocable usura


Resulta curioso que en nuestra época, en la que cada día se habla de finanzas, de deuda y de intereses, nadie hable de la usura. La palabra misma se ha convertido en un tabú. Pero no siempre fue así.

La usura ha sido condenada en diversos momentos de la Historia, como uno de los grandes males de la sociedad. Ya en la antigüedad, el cónsul romano Lúculo, en sus campañas de Asia, tuvo que tomar severas medidas contra la usura, para liberar de ella a muchos pueblos aliados de Roma. En la Edad Media se adoptaron numerosas medidas para intentar erradicar este mal. Carlomagno, por ejemplo, la prohibió en el siglo VIII. Incluso en épocas tan cercanas como 1745, el papa Benedicto XIV la condenó en su encíclica Vix Pervenit.

Hoy, en cambio, reina el desorden y la arbitrariedad. Ante el clamor social que están provocando los desahucios, como producto de la burbuja inmobiliaria, y sobre todo los recientes suicidios de algunas personas que se veían ya en la calle, me resulta llamativo que se hable de pequeños parches como dar un aplazamiento (ojo: un aplazamiento, no se perdona ni un euro, simplemente es una moratoria) a las familias más necesitadas (prácticamente sólo una pocas en situaciones extremas: en general, todo sigue igual), mientras nadie alza la voz contra las prácticas financieras actuales, cuyos métodos bien pueden calificarse de usura. Con el pretexto del "mercado libre", se deja actuar a sus anchas al sector financiero, el cual puede aprovecharse sin límite de la ignorancia de sus clientes. Las consecuencias de esta "liberalidad" no son sólo los dramas de algunos particulares, como vemos con los desahucios, sino la espada de Damocles que supone para la economía mundial el terrible tamaño de la deuda pública. Los prestamistas se han convertido en unos auténticos mafiosos que amenazan con esclavizar, no sólo a unas cuantas desprevenidas familias o algunas pymes, sino al Estado mismo.

Nuestros políticos, mientras, callan. Incapaces de plantar cara por las enormes presiones internas de sus propios partidos, a menudo también endeudados con el sector financiero, no sólo no adoptan medidas para frenar esta barbarie, sino que ni siquiera sacan el tema. Cuando se les habla de ello, responden con frases generalistas y perogrulladas del estilo "las cosas son como son", "es que la realidad es la que es".

Yo me pregunto: ¿Es normal que se concedan prestamos 20, 30 o 40 años vista? ¿E incluso a más de 40? ¿Es normal que el interés pueda ser cualquiera, que no haya un tope establecido (como sí lo hubo, por ejemplo, en algunos momentos del Imperio Romano)? ¿Es normal que, en caso de impago, el acreedor no asuma absolutamente ninguna responsabilidad, ninguna pérdida, por desmedida o imprudente que fuese su inversión? Si un banco concede 200.000 euros a una familia de pocos recursos para una hipoteca, ¿no es él también parcialmente responsable en caso de impago? ¿No debería asumir como pérdidas una parte de esa deuda no pagada?

Veo cómo se radicalizan las posturas, sin que ninguna de las partes asuma su responsabilidad (o, como nos gusta más decir en España, su "culpa"). Si les preguntas a los bancos acreedores, te dirán que la ley está para cumplirla y que las personas firmaron voluntariamente. Si les preguntas a los embargados, te dirán que les estafaron y que la ley es inhumana. Aquí nadie es responsable, por lo visto, de sus actos.

Desde mi punto de vista, todos tienen su parte de responsabilidad. Los bancos no pueden negar que eran ellos quienes tenían los conocimientos suficientes (o deberían haberlos tenido) para intuir lo que podía llegar a pasar; para advertir, al menos, a sus clientes, de las consecuencias. Si la avaricia les cegó, ahora deben asumir parte de esa deuda como pérdidas. Las familias, por su lado, no pueden negar su imprudencia. Personas con escaso poder adquisitivo metiéndose en pisos clarísimamente subidos de precio y avalándolos con las viviendas de sus padres, no pueden hacerse ahora los despistados.

¿Qué parte de la deuda debe asumir cada cual? No lo sé. Quizás el 50% cada uno, o quizás el banco deba asumir el 70% y la familia el 30%... pero ambos deben asumir su parte. Porque yo me pregunto: si ahora mismo se perdonase el 100% de la deuda, ¿en qué situación quedamos aquellos ciudadanos que, prudentemente, decidimos no embarcarnos en hipotecas? Pues quedamos como unos tontos que no se aprovecharon del pastel, sabiendo que al final se les perdonarían todos sus pecados.

Y no basta con resolver los problemas actuales, sino de prevenir los futuros. Veo que se habla de reformar la ley para aceptar la dación en pago, pero eso no basta. ¿Por qué no se limita el interés de los préstamos (por ejemplo, a un moderado 6%)? ¿Por qué no se limitan los plazos de las deudas (10, 15 años parecen ya muchos)? En definitiva, ¿por qué no se regulan las actividades financieras, igual que se regulan tantas otras actividades económicas? Aparentemente, la usura es una actividad intocable, una práctica más allá de las leyes, una especie de dios contra el que, no sólo no se puede legislar, sino al que es pecado criticar, e incluso es pecado pensar algo malo de él.

martes, 9 de octubre de 2012

La era sin secretos

Como ya sabrán ustedes, hace unos días la señora Kate Middleton, duquesa de Cambridge y esposa del príncipe Guillermo de Inglaterra, fue pillada haciendo top-less. La reacción de la casa real británica fue propia del siglo pasado: no sólo denunciar a la revista que hizo las fotos sin consentimiento (lo que me parece lógico y normal), sino intentar por todos los medios eliminar esas fotos de la propia Internet, en un momento en que ya habían sido difundidas, ignorando así el famoso efecto Streissand, y consiguiendo todo lo contrario, dar publicidad a la revista Closer. Una buena metedura de pata, comprensible por otro lado, por parte de una institución tan anticuada.

También estos días ha saltado una polémica sobre facebook, al difundirse que los antiguos privados, anteriores al 2010 eran ahora visibles en el muro. Facebook reaccionó explicando que lo que ocurría era que ciertos comentarios del antiguo muro, son visibles ahora con el nuevo "timeline". En cualquier caso, si has de decir algo realmente privado, ¿es adecuado usar la base de datos de facebook? Por suerte, en la mayoría de los casos debían ser mensajes para quedar una tarde, para un café.

Leyendo las últimas entradas de este blog, me doy cuenta de que no son los únicos casos de situaciones desagradables, producto de la especial manera de funcionar que tiene Internet. Hace poco comenté la polémica del video privado de una concejal toledana, y justo las últimas entradas iban sobre el tremendo error del director de El Cosmonauta, al colgar en Internet algo que jamás debió llegar a escribir, ni siquiera en privado. Todos estos hechos me llevan a pensar que no somos aún capaces de captar la potencia de la red. Es una herramienta demasiado nueva. Incluso para quienes son muy jóvenes y la han conocido desde el principio de su adolescencia, sigue siendo un lugar extraño, cuyas consecuencias, a veces terribles, son difíciles de imaginar. Nuestra sociedad aún no está habituada a ella, seguimos creyendo, en el fondo, que las cosas funcionan como en los tiempos de las revistas, la TV y la radio, y creemos que Internet es simplemente, como una especie de televisión multicanal, en la que además puedes dejar comentarios.

No es así. Internet es algo mucho más poderoso. Hasta hace muy poco, las televisiones y las radios no siempre llegaban a todas partes (ahora sí que se ha puesto de moda tener "canales internacionales" para cada televisión que se precie), y las revistas y periódicos no siempre son fáciles de difundir. Si el Frankfurt Allgemeine publica algo, en España seguramente no leerá casi nadie ese artículo; sólo en el caso de que un diario local publique esa misma noticia, llegaríamos a enterarnos de ella. Y así con todo. En Internet esto no es así. Desde el momento en que apretamos el botón de "publicar" (o "enviar" o lo que corresponda), esa información llega a cualquier rincón del mundo. Incluso los blogs menos visitados (como este mismo :P) son vistos periódicamente por personas de los lugares más remotos. Acabo de mirar la localización geográfica de mis visitas y veo por ejemplo que en las últimas 24 horas he tenido 2 visitas de Taiwan (¿En serio hay alguien en Taiwan al que le interese lo que escribo?). Sea como sea, esas personas han podido enterarse en muy pocas horas de algo que yo he pensado, y lo que es peor: lo han podido guardar en su ordenador (aunque no creo que sea el caso). Esto significa que, si mañana me arrepiento y borro un artículo o un comentario, eso no implica que la información se pierda necesariamente. Podría estar guardada por ahí, vaya usted a saber en cuantos sitios y bajo el control de qué personas.

En definitiva: no somos dueños de lo que subimos a la red. Antaño, las personas poderosas manipulaban los medios para hacer desaparecer aquellos datos que no querían que llegasen al gran público. Esto tenía mucho éxito porque realizar copias de un diario no era tan fácil. Si era un programa de TV o radio, era improbable que alguien se hubiera entretenido grabándolo, e incluso aunque lo hubiera hecho, no era fácil multiplicar esa grabación por miles en poco tiempo, sin invertir muchos recursos. Por tanto, el "secuestro" de las publicaciones era relativamente efectivo. Cuanto más poderoso fuese el agente manipulador y más influencias tuviera, más efectivo era.

Hoy en día eso no es así. De nada sirve secuestrar un medio de comunicación (recordemos el famoso caso de El Jueves y su portada con el príncipe), de nada sirve borrar entradas de blogs o comentarios de foros. Es más: si se intenta hacer, se produce un efecto Streisand tan fuerte que la difusión original de la noticia queda en una mera anécdota, frente a las miles y miles de réplicas de la información y a los millones de comentarios al respecto de los usuarios. Uno de los casos más espectaculares fue el de la famosa clave de cifrado AACS. Lo curioso es que en el fondo lo sabemos. Sabemos que esa información se ha quedado ahí y que no la podemos eliminar, y sabemos que cuanto más removamos las ascuas más se avivará el fuego, pero de algún modo no lo acabamos de asimilar del todo. Algo en nuestro subconsciente nos hace creer que si nos molesta lo borramos y listo. Algo nos hace creer que lo que hacemos fuera de Internet no puede llegar a la red, lo cual no es cierto: ¿De verdad pensaba la duquesa de Cambridge que si hacía top-less no iba a haber por ahí algún paparazzi capaz de colarse con su objetivo de largo alcance y fotografiarla? Y si alguno lo conseguía, ¿creía de verdad que esas fotos no llegarían a la red, en cuyo caso ya estaría todo perdido? No, claro que no lo pensaba, igual que la concejal de Los Yébenes no ignoraba que quizás la mala suerte pudiera hacer que el vídeo que grababa llegase a ser mal empleado por algún adversario político o por algún chavalín con ganas de hacer daño; pero de alguna manera se relajaron, se dejaron llevar por la confianza en que probablemente no pasaría nada. Probablemente. Lo malo es que si pasa, no hay solución.

Muchos pensarán que eso a ellos no les afecta, que ellos no son tan famosos como la duquesa o como un cargo público; pero desgraciadamente eso es cada vez menos cierto. Lo compruebo cada vez que bajo paseando por las Ramblas de Barcelona, y veo a los turistas grabándolo todo en vídeo. Ya no es que te puedan pillar en una foto, no, no: en vídeo. Seguramente salgo yo por ahí caminando en bastantes grabaciones que pululan por las casas de algunas personas de Japón, de Noruega, o de cualquier otra parte.

Peor aún: grabaciones que quizás se hayan subido a la red y ya anden por ahí siendo compartidas. Vivimos en una nueva era en la que los secretos no existen, o al menos uno no puede tener mucha confianza en que existan. Y aún no hemos adaptado nuestros hábitos, nuestro subconsciente, a esta nueva realidad. No pensamos que incluso los mensajes privados que mandamos, no podemos estar seguros de que no puedan llegar algún día a hacerse visibles por culpa de un efecto informático (como el de facebook) o porque, sencillamente, la persona a la que se lo enviamos lo reenvía sin nuestro conocimiento. Reenviar un mensaje o capturar una conversación de chat, webcam incluida, es tan fácil, que probablemente el consejo más acertado al respecto lo dio quien dijo hace poco que en la era de Internet, si quieres que algo no se sepa, mejor ni lo pienses.

Y no es sólo Internet. ¿Nos hemos parado a pensar la cantidad de datos, fotos y vídeos que hay hoy en día disponibles sobre cualquiera de nosotros? Cuando indago información sobre quiénes eran mis abuelos, apenas tengo unas pocas fotos que mis padres aún conservan. De milagro, guardo aún una de unos bisabuelos míos. Y ya está. Eso y algunas anécdotas que mis padres guardan en su memoria (y que podrían ser inexactas) son toda la información de que dispongo sobre estas personas. En cambio, de mí hay docenas de fotos guardadas (algunas en ordenadores de gente con la que ya no tengo relación), está mi cuenta de facebook, está este mismo blog. Mis sobrinas, de unos pocos años de edad, prácticamente están fotografiadas durante cada día de su vida desde que nacieron.

En un contexto así, el secreto y el misterio se van perdiendo cada vez más, y nuestra vida queda expuesta a todo el mundo. No son sólo las fotos de carnet o de familia, son las fotos de borrachera, son los comentarios llenos de insultos que a lo mejor un día pusimos, cabreados, en el muro o en el blog de alguien que nos caía mal. Cosas que nosotros jamás conocimos de nuestros padres y abuelos, quizás serán perfectamente conocidas por nuestros hijos y nietos. Son miles de datos que en el futuro podrían ser consultados por miles de personas, que quizás ni conozcamos. Ya no es la CIA o el CNI, es algo mucho peor que eso: es la población mundial misma.

No tener secretos (o al menos secretos relativamente seguros) acarrea ventajas e inconvenientes. Los inconvenientes se los podemos preguntar a las personas que arriba he mencionado, seguro que por ejemplo Kate Middleton nos los podrá explicar. Las ventajas también existen: los seres humanos podrán conocer a sus antepasados a fondo, saber de quién vienen, cómo eran esas personas a las que les deben la vida. También creo que nos hará más responsables, nos obligará a cuidar nuestras formas, a poner más atención en lo que hacemos y decimos. Últimamente oigo hablar mucho del derecho al olvido. Algunos defienden que una persona debería tener derecho a borrar su pasado de todas las bases de datos del mundo y comenzar de cero, si así lo desea. Pero por mucho que filosóficamente podamos estar de acuerdo con esta idea, la realidad es que eso es ya imposible. Debemos afrontar la realidad de este mundo sin secretos, en el que nuestro pasado nos perseguirá siempre, desde todos los rincones del mundo.

martes, 2 de octubre de 2012

El cosmonauta que cayó antes de despegar (II)


Actualizo en un nuevo artículo en lugar de extender el anterior, ya que el asunto lo merece. Resulta que justamente hoy he recibido un correo de Carola, una de las socias de Riot Cinema, que dice lo siguiente:

Queridos inversores de El Cosmonauta: 
Como siempre, queremos que seáis los primeros en recibir las buenas noticias así que allá va…
¡Vamos a estrenar los primeros catorce minutos de la película en el Festival de Sitges! 
El festival ha querido hacernos un hueco en su programación, en concreto dentro de la sección "Sitges, Coming soon", fuera de concurso y junto a proyectos como "Rec 4" de Jaume Balagueró. 
La proyección será el martes que viene, día 9, a las 17 horas en la Sala Tramuntana, con entrada libre.
El proceso de postproducción está yendo muy bien y seguimos con la fecha de estreno para abril.
Y por lo demás, en unas tres semanas tendréis una actualización exhaustiva de la situación financiera y contable. Además, publicaremos un nuevo Plan de Negocio actualizado, el "The Plan 3". En este nuevo documento, podréis ver al detalle qué estrategia de distribución y difusión realizaremos en la etapa final del proyecto, detallaremos los contenidos finales transmedia que verán la luz y muchas otras cosas más relacionadas con el estreno de la película. 
Os mandamos un fuerte abrazo y, si tenéis cualquier duda, ya sabéis donde estamos :) 
Un saludo
Carola R.


Como me pareció justo responder a la carta, les he enviado esta contestación:


Estimada Carola:


En primer lugar quiero felicitaros por las buenas noticias, el fin del rodaje y el estreno de un trozo de la película (aunque no acabo de entender eso de proyectar los primeros 14 minutos, no le encuentro sentido, pero a lo mejor son cosas mías).

Sin embargo, como inversor de "El Cosmonauta", me hubiera gustado que, igual que nos enteramos de las noticias buenas, nos enterásemos también de las malas. Esa es la verdadera transparencia, Carola: contarlo todo, no sólo una parte.

Como sabrás, se ha desatando recientemente una gran polémica alrededor de Nicolás Alcalá, y por extensión de todo Riot Cinema, y por extensión de "El Cosmonauta". Sinceramente, creo que la polémica ha llegado a un punto que pone en grave riesgo el futuro del proyecto, y por tanto la ilusión depositada en vosotros por parte de quienes donamos dinero en su día. Sin embargo, vuestra única reacción fue publicar una disculpa bastante poco convincente en vuestro blog, a la que centenares de personas han respondido, mayoritariamente de manera negativa. No he visto que hayáis contestado por vosotros mismos a esos comentarios (o quizás me he perdido entre los más de 2.800 que ya hay), ni que hayáis puesto en vuestra web (que por cierto es bastante pobre) ni en la de "El Cosmonauta" nada más, ni hayáis anunciado qué medidas pensáis tomar para recuperar la confianza de la "opinión pública" (supongo que podemos llamarla así). O si lo habéis hecho, desde luego no he sabido encontrarlo.

Como inversor, creo que el futuro es bastante amenazador, puesto que la película se basa en buena medida en el apoyo de la gente, especialmente de la que se mueve por la red; y creo que es evidente que ese apoyo lo habéis perdido, así que os pregunto: ¿habéis pensado en hacer algo al respecto o simplemente vais a esperar? No soy un experto en tratar estos temas, pero entiendo que sería necesario alguna acción por vuestra parte. El hecho de que no hagáis nada, me hace intuir que no sabéis cómo lidiar con el problema. Si yo, en lugar de una modesta aportación, hubiera invertido miles de euros en la película, ¿cómo crees que me sentiría ahora mismo ante vuestra inacción? Un tanto nervioso, ¿verdad? Por suerte no es el caso.

Desde luego, mi confianza y mi respeto como empresa los habéis perdido, y de hecho en mi blog personal (http://monsieurlesix.blogspot.com.es/) he publicado recientemente algún artículo sobre vosotros, explicando lo que opino sobre esto, y también he subido tu correo y esta misma contestación. Sois libres de opinar allá mismo si queréis, pero andad con ojo, que lo que se publica lo lee todo el mundo, y ya sabéis lo peligroso que es subir algún texto desafortunado a la red... Si me contestáis por correo y vuestra respuesta me pareciese interesante, también la subiría, puesto que no considero que esto sea una conversación exclusivamente privada, sino sobre un tema público. Y también por aquello de la "transparencia", ya sabéis.

Hablando de transparencia: un comentarista me ha hecho notar que en vuestro presupuesto está detallado todo, incluída la subvención pública de casi 100.000 euros. Eso está muy bien. Pero hubiera sido mucho más honesto, en mi modesta opinión, si alguna que otra vez, en vuestras declaraciones, entrevistas, artículos, etc., en lugar de tanto presumir de crowdfunding y de novedosas maneras de hacer cine, mencionáseis explícitamente estas subvenciones, ya que, si no me equivoco, en las cuentas a enero del 2011 suponían casi la mitad de lo recaudado (100K sobre 217K), muy por encima del crowdfunding (sólo 50K). Si somos transparentes, lo somos de una manera clara, no vamos vendiendo lo que nos interesa, y luego dejamos para la letra pequeña lo que es impopular. Nadie nos obliga a presumir de transparentes, pero si presumimos de ello, debemos serlo, y debemos serlo bien.

Ya para finalizar, confesarte, Carola, que vuestro proyecto me produce ahora mismo un choque de sentimientos enfrentados. Lo digo con toda sinceridad. Por un lado, sería bonito que os fuera bien, que la película fuera un éxito, que se impulsara el crowdfunding, que un tema como la cosmonáutica se tratase a fondo en una película española (aunque no sé cómo de española puede considerarse cuando no sólo está rodada en inglés, sino que la página de Riot Cinema no está disponible en español); por otro lado, sería muy injusto que una empresa como la vuestra, que demuestra tan poco tacto con la gente, y tan poca profesionalidad para ciertos temas, que ni siquiera sabe afrontar con valor y responsabilidad un problema en el que se juega su futuro, tuviera éxito.

La verdad es que no sé qué desear de este estreno. Tampoco sé si alegrarme o arrepentirme de haberos donado 100 euros. Supongo que en realidad no deseo nada; simplemente dejaré que ocurra y me quedaré con lo bueno de cada caso. Si triunfáis, me alegraré porque un proyecto interesante haya salido adelante; si os hundís, pensaré que tenéis el justo final para vuestra falta de profesionalidad empresarial. Quien no se consuela, es porque no quiere.


Pablo C.

Creo que no hace falta añadir nada más.

lunes, 24 de septiembre de 2012

El cosmonauta que cayó antes de despegar

Cuando comenzó la polémica sobre las descargas a través de Internet y los derechos de autor, la frase "pues que den conciertos" se convirtió en un clásico para referirse a los músicos que sacaban una canción famosa y luego se dedicaban a vivir de rentas, pero que luego venían quejándose de que la gente se descargaba su música, llamándoles piratas. Sin embargo, cuando se hablaba del mundo del cine, no parecía que hubiera muchas alternativas para un arte tan costoso si la gente se descargaba la película sin pagar ni un duro.

Hacia 2009, sin embargo, se inició en España un curioso proyecto llamado El Cosmonauta. Se trataba de una película que pretendía financiarse a través de donaciones voluntarias por parte de gente que estuviera interesada en que se realizara la película. A esta manera de hacer las cosas se la designa con la palabra anglosajona crowdfunding. El director era un joven llamado Nicolás Alcalá, y la película iba a pertenecer a una pequeña empresa de la que él era socio, Riot Cinema.

Como yo estaba interesado en la película (la astronáutica siempre me ha parecido interesante, y más la soviética, que es más desconocida para nosotros), y como además me parecía una idea novedosa que podía ayudar al mundo del cine, el mes de mayo de 2011 decidí hacer una donación de 100 euros. Realmente, no lo vi nunca como una inversión; era consciente de que era muy improbable recuperar ni un solo euro de la financiación, ya que se trataba de un proyecto prácticamente amateur y que difícilmente conseguiría recaudar el dinero que seguramente hace falta para una película sobre un tema como ese. Lo hice simplemente por principios y porque me caía simpática la idea.

En efecto, fue pasando el tiempo sin que tuviera noticias de que la película estuviera acabada. Una pena, pensé, pero ya me lo esperaba. Sin embargo, en julio de 2012 me enviaron una carta anunciando que el estreno sería para la primavera de 2013. Por un lado me alegré de que por fin fuese a ver la luz, pero tuve una sensación extraña. ¿Cómo es que un grupo de chavales se toman casi 4 años para hacer una película? ¿De qué han estado viviendo todo este tiempo? Si realmente se les iba de presupuesto, ¿no hubiera sido mejor que se centrasen en algo más asequible? Pero bueno, tampoco le di importancia, y me volví a olvidar del tema. Ya me avisarán, pensé, cuando por fin la estrenen, y a ver cómo queda.

Cuál fue mi sorpresa cuando hace unos días, volví a tener noticias de Nicolás Alcalá y de su empresa (de la que entonces he averiguado muchas cosas que no sabía), pero no por la película, sino por una lamentable carta que se atrevió a enviar a un parado llamado Carlos que le pedía trabajo, en la que lo humillaba de una manera injustificable, y que luego tuvo la desfachatez de subir a Internet y compartir con sus colegas.

Este hecho no pasó inadvertido a los usuarios de las diferentes redes sociales, y se multiplicaron los comentarios de condena, por lo que los chicos de Riot Cinema intentaron disimularlo, haciendo ver que en realidad era una carta positiva, enviada con la mejor intención, para aconsejar a Carlos en su búsqueda de empleo, así que publicaron esta entrada en su blog, para calmar un poco las críticas, aunque sin arrepentirse ni darse cuenta del patético ridículo que habían hecho (lo cual dice muy poco de ellos y de sus capacidades para llevar una empresa).

Pero la gente no es tonta, y esta manera de negar la evidencia es demasiado burda, así que las críticas se encendieron aún más, llegando incluso a foros como menéame o forocoches, que reciben miles de visitas cada día.

Acorralados, y temiendo por el futuro de su empresa, volvieron a intentar calmar a la gente con otra entrada del blog, aparentemente llena de humildad y arrepentimiento, pero que no desprendía suficiente sinceridad, y que a estas alturas ya no colaba. Se veía demasiado claramente que sólo querían salvar sus culos. Esta disculpa tiene ahora mismo más de 2.600 comentarios, casi todos poniéndolos a caldo, e incluso amenazándoles.

No voy a entretenerme ahora en comentar todos los detalles de las dos cartas y las dos disculpas; con lo que hay por la red podéis contrastar opiniones en gran cantidad. Si tenéis curiosidad por mi opinión, podéis leer los comentarios que hago en menéame, donde escribo como donatien.

El acojone de los chicos llegó tan lejos que incluso sacaron sus fotos de su web. Las habían colgadó ahí para dar una imagen de empresa actual y transparente, una empresa que da un trato personal, muy 2.0 que se dice ahora; todos ellos en poses propias de modernillos graciosos y con comentarios de lo más gafapastosos sobre ellos mismos. Si tenéis curiosidad, aquí hay una captura de caché donde podéis contemplar el aspecto de su web antes de que escondiesen sus perfiles. El tipo de la manzana, con pinta de choni es Nicolás Alcalá. Como veis, todos ellos transmiten profesionalidad al máximo.

También desde algunos sitios surgieron voces en su defensa (como esta o esta), aunque mucho menos numerosas y contundentes que las voces críticas.

Me enteré también, gracias a algunos comentarios de menéame, de que han recibido ayudas públicas por valor de casi 100.000 euros (aquí podéis consultar la lista de empresas que han recibido ayudas y la cantidad de cada una).

En definitiva, a lo largo de estos días he ido descubriendo más y más cosas sobre este tema, que tenía ya casi olvidado, y de esta empresa de cuyo nombre ya no me acordaba, y cuya página web no llegué a descubrir en su día (pues lo dirigían todo hacia la página del proyecto). He notado, por ejemplo, que la página de la empresa, aparte de muy sosa y bastante pobre, sólo está en inglés. También está sólo en inglés el trailer de la película. Yo me pregunto: tratándose de una empresa española, ¿tanto costaba traducir cuatro frases (porque eso es lo que hay de texto) y ofrecer la web también en español? De acuerdo que la hagan también en inglés para promocionarse, pero no me parece normal que no tengan versión española, y más cuando su principal proyecto pretenden financiarlo a base de donativos, muchos de los cuales vienen, indudablemente, de España.

Por cierto, que el trailer deja entrever una película que parece una copia de las norteamericanas, tanto por la banda sonora, como por las actitudes de los actores, el hecho de que esté rodada en inglés... es que ni siquiera la estética es muy soviética que digamos. Si tan intelectuales e innovadores se creen, mejor que hubieran contratado a algunos actores locales y la hubieran rodado en ruso. Al menos hubiera quedado más auténtica.

Pues bien, estos tipos, estos chavalines con aires de modernillos y que no son capaces de presentar su miserable paginilla en español, pese a ser una empresa española, o que tienen un correo de empresa tan "guay" y tan serio como hola@riotcinema.com; estos presuntuosos que se declaran "organized, efficient and the best in her field" o "real workaholic", pero que luego tardan 4 años en hacer su proyecto inicial; estos insensibles que humillan a alguien que está en paro y que les escribe una carta de presentación estándar, sí, pero correctísima, y que luego se embolsan 100K euros de nuestros impuestos; en definitiva, estos caraduras, resultan ser aquellos mismos a los que hace un año doné 100 euritos.

¿Me arrepiento de ello? No exactamente. En cierto modo tengo la sensación de que mejor me los hubiera gastado en otra cosa; pero tampoco es menos cierto que en ese momento, con la información que tenía, parecía una buena opción. Lo que sí deseo es que ahora el destino le dé a cada uno lo que merece, y sin duda así va a ser, puesto que El Cosmonauta, como proyecto volcado en Internet que es, está ya irremediablemente condenado; y con él probablemente caiga la propia empresa. De alguna manera, la ira del gran público, a veces injusta e irracional, servirá de correcta venganza a la carta que le enviaron a Carlos, que es también injusta e irracional. Ojo por ojo, que suele decirse.

Si tuviera que darles un consejo, les diría que Nicolás Alcalá debe abandonar Riot Cinema, por el bien de su empresa; quizás entonces aún estarían a tiempo de salvar su imagen. El problema es que en realidad ya es tarde para eso. Con las pretendidas "disculpas" de su blog, lo que han  tardado en darse cuenta de su error y la manera de explicarlo, se ve claramente que la empresa misma le respaldaba en cierto modo, por lo que a estas alturas, ya todos son vistos como culpables, y el orden de los acontecimientos ha sido tal que probablemente ninguna disculpa le valga al público. Sólo queda desearles que esta experiencia les enseñe a ser más humildes y más profesionales, y que esa lección les sirva en los proyectos con los que intenten ganarse la vida una vez que Riot Cinema se hunda, lo cual, previsiblemente, no va a tardar mucho en ocurrir.


Actualización: He encontrado este artículo en el que se trata bastante acertadamente la repercusión de esta movida. También he visto un comentario en la entrada original de Riot Cinema, que explica muy bien lo que muchos pensamos sobre la carta; sólo hay que ir a la página y buscar el comentario de "El justiciero".

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Una visión alternativa sobre la "emprendeduría"


Hará cosa de un año o dos, me llegó una invitación para asistir a unas conferencias sobre algo que está muy de moda, y que determinados círculos han bautizado con la divertida palabra "emprendeduría". Es decir, la creación de empresas. El emprendedor (lo de "empresario" está mal visto y nos recuerda a un tipo gordo y con cara de mala hostia que se pasea en su Mercedes fumando un puro) es un tipo guay. El superhéroe de nuestra época, sobre todo en España, donde tanto se está criticando últimamente el carácter tradicionalmente pasivo y poco emprenderdor del español medio.

Pues bien, el caso es que me hizo gracia ver como estaba el tema, y fui. Eran una serie de conferencias, algunas bastante interesantes, que me hicieron ver las cosas de otra manera; pero probablemente en el sentido contrario al que pretendían sus organizadores. Me explico: antes de ir a las conferencias, yo comulgaba bastante con esa idea de que el emprendedor es la hostia. Un tipo que se arriesga, que crea empleo (aunque esto último es matizable), que dinamiza la economía... Cuando salí de allí, me di cuenta de que los emprendedores son, junto con los becarios y los subcontratados, una especie más explotada por el sistema; con la diferencia de que la mayoría no son conscientes de esa explotación. Pero vayamos poco a poco, que si no no se entiende.

La financiación

Algunas conferencias iban sobre el tema de la financiación. Se habló mucho de los business angels, es decir, tipos con pasta (o incluso empresas) que ponen capital para impulsar a ciertos emprendedores. Dicho así, con esas palabras (ojo a la palabra "angels", que tiene narices), parece encantador, como si lo hicieran de manera desinteresada. Nada más lejos de la realidad. Son, en realidad, inversores que quieren realizar operaciones de altísimo interés (hablamos incluso de doblar o triplicar la inversión inicial en un par de años), a cambio de asumir el riesgo de la empresa. Y no lo hacen así como así, sino a menudo a través de empresas intermedias que filtran miles de proyectos y los reducen a una pequeña bolsa de 10 o 20, que tienen posibilidades reales de éxito.

En definitiva, un fondo de inversión como cualquier otro, pero con un nombre bonito.

Aprovecho para puntualizar que se hablaba sobre todo de empresas relacionadas con las nuevas tecnologías, la informática, etc. Montar un bar es otra historia. Por eso el paradigma del triunfador, el modelo que se presentaba para animar a los futuros emprendedores, era Google.

También se habló de financiación por parte de las administraciones. Era reducidísima, y sólo a través de avalarlo casi hasta con tus órganos. Vamos, nada que no pudiera hacer un banco cualquiera.

De todo esto puede sacarse una primera conclusión: Si esperas financiación, ya puedes ir avalando con todas las posesiones que tengas, si es que tienes, porque si no, no habrá dinero para arrancar. En un caso muy poco probable, si tu proyecto es muy, muy interesante y te mueves mucho, quizás algún inversor ponga parte de la pasta (ojo, una parte no muy grande), a costa de devolvérsela con unos intereses acojonantes, y muy a menudo con una parte de la propiedad de la empresa. Y encima los llamán "ángeles".

Pero hasta aquí todo normal. Sigamos. En casi todas las conferencias se habló de la bajísima probabilidad de éxito de una empresa nueva. En los primeros dos años de actividad, la mayoría de empresas desaparecían. De las que sobrevivían, tan sólo una pequeñísima parte conseguían luego crecer y llegar a ser empresas "con cara y ojos". El resto, o desaparecían, o quedaban estancadas como eternas pymes, donde se trabajaban muchas horas para, simplemente, sobrevivir. Hablamos de un 2%, un 4% de verdadero éxito final. Ciertamente, cifras muy bajas teniendo en cuenta el riesgo que se asume y lo mucho que hay que trabajar.

La paradoja de la investigación

Lo más divertido era enterarse de que, de las poquísimas empresas que llegaban a abrirse paso con un futuro prometedor, la mayoría acababan siendo adquiridas por los gigantes del sector, que se plantaban ante los propietarios con ofertas de esas que no se pueden rechazar. Los antiguos emprendedores, o bien pasaban a formar parte del personal de la gran empresa (Dios sabe por cuánto tiempo), o bien se iban con la pasta y montaban otra start-up. Si la suma era muy elevada, quizás se dedicasen el resto de su vida a veranear en la Polinesia, pero no era lo más habitual. Resultaba curioso incluso enterarse de que las grandes empresas apoyaban la aparición de estas start-ups. Uno podía pensar que para el gran empresario eran un riesgo, y que por tanto querría aplastar a todos estos pequeños futuros competidores en potencia; pero no. Todo lo contrario. Veamos por qué: 

Imaginemos que un gigante como Apple (por decir algo) quiere lanzar nuevos productos exitosos. Una opción es tener un enorme y costosísimo departamento de I+D, dividirlo en equipos (pongamos 10 equipos), y encargar a cada equipo que se invente algo. Al cabo de un tiempo, se hace una presentación de cada novedad, se seleccionan los proyectos más interesantes (pongamos que sólo la mitad lo son) y se sacan al mercado. Una vez en el mercado, quizás uno o dos de ellos tengan éxito, pero muy posiblemente el resto sean fracasos. ¿Qué conclusión sacamos? Hemos financiado a 10 equipos de I+D durante, pongamos, 1 año, para acabar sacando 1 o 2 productos rentables. El resto son pérdidas.

Ahora imaginemos que Apple, en lugar de hacer eso, simplemente contrata a unas personas para que sondeen el mercado buscando pequeñas empresas que están empezando a abrirse paso con ideas interesantes. Pongamos que en 1 año estas pocas personas sondean unos cuantos centenares de empresas, de las cuales seleccionan 10. De esas 10, los directivos deciden comprar 2. Resultado: Apple se ha gastado una pasta en comprar esas 2 empresas, más el sueldo de los "sondeadores" del mercado. Pero fijémonos en dos diferencias:

1. No hay apenas riesgo: como se están comprando proyectos que ya están en el mercado y que se sabe que están gustando a los consumidores, el éxito tras la compra está prácticamente garantizado.
2. En lugar de 10 proyectos, se pueden haber sondeado centenares, quizá miles, con lo cual es más probable llegar a encontrar algo interesante. Con la opción de crear equipos internos de investigación, podría pasar perfectamente que ninguno de los 10 acabase teniendo éxito. Y crear centenares de equipos hubiera sido inviable y costosísimo.

Es decir, que a las grandes empresas les sale más a cuenta que emprendan otros y, si tienen éxito, comprarles su empresa. Cierto que esa compra les cuesta un dinero, pero mucho menos que lo que les costaría crear centenares de equipos de investigación.

Esta estrategia la han usado durante décadas muchas empresas, y de hecho a Microsoft se la ha acusado infinidad de veces de aprovecharse de ideas de los demás, en lugar de crear las suyas. Por ejemplo, su base de datos, SQL Server, fue en realidad una adquisición de este tipo.

Evidentemente, las situaciones no son tan extremas, y las grandes empresas, aunque compran ideas, también mantienen departamentos internos de I+D.

En cierto modo, la "emprendeduría" es el último paso de la externalización. Al principio las empresas tenían trabajadores; luego pasaron a tener becarios, contratos de prácticas, etc.; luego vino la época de las subcontratas; y la compra de empresas es ya el último paso, una externalización llevada al extremo en la que la empresa grande no hace ya nada: es sólo una marca que ha conseguido prestigio, y un montón de dinero. Vaya, que se comporta como un banco, como un inversor; un ente que no crea nada ni asume ningún riesgo, sólo compra cosas que le interesan y se desprende de las que no le interesan. Las ideas, que las ponga otro; el riesgo, que lo asuma otro; ellos se limitan a comprar cuando ya se ve que la cosa va a funcionar. El beneficio gordo, se lo quedan ellos; los sacrificios, que lo pongan esos simpáticos chicos que van a las escuelas de negocio para crear su start-up.

La maestría de la jugada consiste en presentar al emprendedor como el modelo a imitar, cuando en realidad, es el más pringado de todos. Y lo más mágico, genial, y macabro de todo: lo hace contento. Jamás un trabajo externalizado hizo tan feliz a quien lo practicaba. Ni George Orwell hubiera podido imaginar algo así.

Conclusiones

En general, el ambiente de aquella escuela de emprendedores me pareció muy sectario; era como si a esos chavales les hubieran lavado el cerebro para que sacrificasen su tiempo, su salud y sus pocos ahorros en crear futuros productos de las grandes empresas. Por ejemplo, en otra conferencia, apareció un joven emprendedor que había montado una empresa con unos colegas y que se había beneficiado de un programa (creo que de Banesto, pero hablo de memoria), que le había dado la oportunidad de ir a California para asistir a conferencias, intercambiar experiencias con empresarios de prestigio de allí, etc. Algo que no está nada mal, ciertamente, pero me llamó la atención no sólo el extraño entusiasmo del chico, sino el lenguaje de los conferenciantes, que se daban siempre la razón entre ellos, las lapidarias afirmaciones con las que sostenían que la "emprendeduría"  era poco menos que la panacea, la solución a todos los males del mundo. El emprendedor era algo así como el superhombre de Nietzsche, vamos. Qué queréis que os diga, lo vi todo muy sectario; casi me imaginaba que en unos minutos nos harían levantar a todos y cantar Góspel haciendo palmas.

Las conclusiones a las que llegué al final fueron estas:

1. Es digno de admirar que haya gente con el valor necesario para crear nuevas empresas, afrontar nuevos retos, y embarcarse en la aventura de trabajar para sí mismos, en lugar de para otros. Aunque esto ya lo sabíamos, no hacía falta ir a conferencias.
2. Quienes lo hacen, tienen una probabilidad ínfima de llegar a crear una empresa importante. Quizás puedan sobrevivir, pero sería muy raro que consiguieran mucho más.
3. La mayoría de los pocos que lo consiguen (5%) acaban vendiendo su empresa a una multinacional.
4. Los que arrancan pero no acaban de despuntar (20%) malvivirán como hace cualquier autónomo, aunque su suerte puede ser diversa. Aquellos que acaben teniendo una empresa mediana, con unos beneficios aceptables, seguramente son los más afortunados y dignos de imitar.
5. El resto (75%) acabaran, imagino, en la puta calle, tras haber pagado con todo su patrimonio las deudas a los inversores.
6. Una ínfima parte (mucho menos del 1%) decidirá no venderse a las grandes empresas y quizás, con suerte, acaben convirtiéndose ellos mismos en grandes empresas. Es el caso de Google, que se mencionó docenas de veces en las conferencias, pero que no es nada, pero que nada representativo del futuro que le espera a una start-up.

Los porcentajes que pongo son aproximados, hablo de memoria, pero más o menos iban por ahí.

Yo qué quieren que les diga, con unas perspectivas como estas, la "emprendeduría" no me parece nada atractiva. Pero no sólo eso: no me parece que sea para nada la solución de nuestra economía. No puede ser que unos pocos dinosaurios se adueñen del mercado a base de talonario, mientras unos cuantos chavales les hacen el trabajo sucio.

Todo esto a veces me lleva a pensar que las sociedades anónimas no deberían existir. No puede ser que una empresa, que es un proyecto de vida y el resultado de muchos sacrificios e ilusiones, se venda y se compre como si nada. La empresa debe ser de quienes trabajan en ella. En el fondo, deberían ser siempre cooperativas. Si dos empresas deciden fusionarse, de acuerdo, pero no que un inversor mueva las fichas de la economía real como si estuviera jugando al Risk.

Pero eso es para otro artículo.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Algunas recomendaciones


Ya sabemos que uno de los vicios de la blogosfera es "mirarse el ombligo", es decir, acabar hablando, no de otras cosas interesantes, sino de sí misma, en una extraña endogamia provocada unas veces por la vanidad de los bloggeros, otras veces por la falta de ideas.

Pero aún así, comentar un poco los blogs que uno encuentra interesantes no está nada mal, porque ayuda a que los lectores descubran sitios valiosos en los que quizá no se hubiesen interesado sin una recomendación previa. Así que hoy os hago tres breves reseñas, por si a alguien le interesa, y porque los autores se lo merecen.

El primero es un blog algo caótico (como el mío), en el que se habla de cualquier cosa, pero en el que no es raro encontrar ideas impactantes, y refelexiones profundas, expresadas de una manera directa y contundente. Se trata del Diario de la crisis. El nombre podría llevar a engaño: no se habla de la actual crisis económica, sino de cualquier cosa, y siempre con un gran sentido crítico, apartándose, si es necesario, de la opinión mayoritaria. 

Los autores son venezolanos, o al menos residen allí, así que a menudo hay referencias a este país y su presidente. Me llama la atención, sin embargo, que su manera de expresarse es muy española, así que la lectura me resulta muy natural.

El segundo: Intersexciones, un blog dedicado a las relaciones sentimentales. Este blog me sorprendió porque, al igual que ocurre con el Diario de una ex-azafata, creo que es muy meritorio hablar siempre sobre un solo tema y, a pesar de eso, resultar interesante la mayoría de las veces. Más aún cuando la "jefa" del blog y autora de la mayoría de los artículos (otros los escriben algunos colaboradores) es de Bielorrusia. Tiene mucho mérito hablar de estos temas con seriedad, pero sin caer en el aburrimiento, con humor, pero sin caer en tópicos, y con desparpajo, pero sin caer en la vulgaridad. Más aún cuando Internet rebosa de páginas que hablar de amoríos y de sexo, pero caen en la cursilería, o en la pedantería de quien pretende ser un gran escritor sin serlo, o se reducen a los típicos diarios de solteras desengañadas que, básicamente, lo único que hacen es soltar bilis sobre los hombres.

Aquí, en cambio, se afrontan las diferentes vertientes de las relaciones de una manera bastante madura, creo, y con un estilo literario bastante alto, en mi opinión. Pero lo mejor son los comentarios. Se ha creado alrededor del blog un cierto grupo de seguidores (básicamente seguidoras) de un gran nivel que, con sus puntualizaciones, son capaces de convertir incluso los artículos mediocres en páginas interesantes sobre el tema. Y fue precisamente una de las seguidoras del blog, Ronronia, la que me sorprendió cuando descubrí que llevaba una página, que es la tercera que voy a comentar.

Se trata del blog What Ronronia Wants. Un blog que habla casi de cualquier cosa, pero especialmente de temas científicos, de una manera muy amena, con muchas referencias a otros sitios donde informarse mejor, y con artículos extensos y profundos. Me pregunto de dónde sacará el tiempo su autora para publicar tan a menudo y con un contenido tan bien preparado. Creo que junto con Fogonazos, es una de las páginas imprescindibles para quienes nos gustan las curiosidades, especialmente las que están relacionadas con la ciencia.

Y hasta aquí las recomendaciones. Espero que las disfrutéis tanto como yo.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Por qué Olvido Hormigos no debe dimitir


A veces hay sucesos que aparentemente son meras anécdotas curiosas e incluso graciosas, pero que contienen un mensaje mucho más profundo, que nos debería mover a actuar para cambiar las cosas. Es el caso del escándalo desatado por un vídeo erótico en el que Olvido Hormigos, concejal del ayuntamiento de Los Yébenes, Toledo, aparece masturbándose. Es un vídeo breve y en el que no se ve más de lo que se puede ver en cualquier playa a la que esta señora fuese a hacer top-less sin que nadie la criticase, pero por lo visto a los meapilas de este país, que siempre han sido muchos y cada vez parecen ser más, les resulta insoportable.

No es la primera vez ni el único lugar en el que la gilipollez colectiva sale a la luz con este tipo de temas. Recordemos el reciente caso de de Karina Bolaños, una viceministra de cultura de Costa Rica que tuvo que dimitir por algo parecido. Y quién no recuerda el caso de Clinton, aunque aquello fue ligeramente diferente. Este tipo de cosas te hacen recordar que, en el fondo, la sociedad tiene los políticos que se merece: corruptos aburridos. Gente a la que nunca pillarán en un vídeo masturbándose, porque están más ocupado amañando concursos públicos para favorecer a la empresa del cuñado, o construyendo un aeropuerto en medio de la nada con un dinero que no tienen pero que tampoco les importa porque, total, nadie les va a pedir responsabilidades.

El tema ha llegado tan lejos que la concejal dimitió ayer mismo, según he entendido por lo que leo en Internet, al parecer porque no se sentía cómoda con las críticas y comentarios de sus vecinos y por la manera en la que este hecho pudiera afectar a la imagen de su partido y a la suya propia como política.

Fíjense cómo será la cosa que, en realidad, el vídeo ni siquiera lo ha subido ella. Por lo visto alguien (no se sabe aún quién) consiguió el archivo (no se sabe aún cómo) y lo subió. Ella no ha hecho otra cosa que grabarse a sí misma, nada más, ni siquiera lo ha hecho público. Pero ahí la ven ustedes, dimitiendo.

Todo esto me lleva a pensar varias cosas:

1. Me pregunto qué coño le importa a la gente que alguien se grabe en vídeo, sea éste erótico o no, de cara a valorarlo como político.
2. Me pregunto si hay algo malo en que una señora se masturbe, e incluso en que lo grabe, si es que esa grabación es privada suya y no la difunde por ahí. Y me respondo que nada, y que me cuesta mucho creer que nadie que no sea un santurrón retrasado piense de otra manera.
3. Me pregunto si por ejemplo a Carlos Fabra (por poner un ejemplo entre mil, porque España está plagada de casos de todos los partidos políticos) le afectan en su conciencia todos los mamoneos que lleva a cabo desde su cargo político, si algún día le quita un sólo minuto de sueño el derroche de dinero de su estúpido aeropuerto, un dinero que tan necesario sería para las arcas públicas. Seguro que no.
4. Me pregunto a continuación si Fabra habrá tenido que aguantar críticas y burlas de sus conciudadanos que le molesten hasta el punto de dejar su cargo por su propia tranquilidad y por el bien de su partido. Seguramente tampoco.
5. Me pregunto entonces si tiene sentido que, mientras gente como Fabra campa a sus anchas sin molestarse lo más mínimo despues de desarrollar una labor pública tan poco digna, tengamos que ver cómo la concejal toledana dimite por algo que en nada debiera afectar a su cargo público.
6. Me pregunto también qué catadura moral tienen los partidos políticos que, desde su seno, ni censuran los mafiosos como Fabra (desde el PP se le ha llegado a llamar "ciudadano ejemplar"), ni piden a Olvido que reconsidere su dimisión (la concejal ha recibido múltiples apoyos, pero a título particular, aún no he escuchado ninguna declaración oficial del PSOE).
7. Me pregunto también qué catadura moral tendrán aquellos ciudadanos, que en medio de una crisis como la actual, una falta de dignidad política tan grave como la actual, con listas electorales plagadas de imputados y de reconocidos corruptos, no tienen otra cosa que hacer que juzgar a sus cargos en base a vídeos privados que nada tienen que ver con su actividad pública.

Por todas estas cosas, creo que sería positivo que Olvido Hormigos reconsiderase su dimisión. Incluso se ha abierto una página para recoger firmas, en la que yo mismo ya he firmado, por supuesto. Porque no, no es un asunto local de Los Yébenes, es algo mucho más grave. Es algo que nos lleva a plantearnos qué idea tenemos los ciudadanos acerca de la dignidad de un político y qué idea tienen ellos mismos y sus partidos al respecto. Porque la dimisión, en cualquier puesto, sea político o no, sólo puede deberse a dos razones. Una es la imposibilidad de realizar su labor (problemas de salud, falta de capacidades, etc.), que encuentro que no es el caso. La otra, es una cuestión de dignidad. Dimite quien cree que es indigno del cargo o cree que los demás lo van a considerar así. Y ahí es donde yo quería llegar: ¿Dignidad, es salir a la palestra con cara de amargado, como Rajoy? ¿Falta de dignidad es masturbarse, e incluso grabarlo? 

La realidad es que nuestra sociedad tiene un nivel cultural y democrático muy bajo, y si queremos que algún día las cosas sean de otra manera, es necesario moverse, dar la cara y enviar un mensaje de aliento a quienes creemos en la verdadera dignidad, y de rechazo a quienes critican sin razón. Y si Olvido dimite definitivamente, se estará haciendo todo lo contrario: se estará lanzando el mensaje de que todo está perdido, de que la dignidad de una persona que está en la política no depende tanto de lo que robe, sino de que se le vean las tetas. 

Entiendo que no debe ser fácil, y que debe haber motivos totalmente personales que lleven a Olvido a dimitir a pesar de todo, por su propia tranquilidad. Pero todos sabemos (y quienes entran en la vida política lo deberían saber más que nadie) que a veces hay que hacer sacrificios personales para conseguir un bien colectivo. Dar la cara en un caso como este y responder con valentía a las críticas, no sólo devolvería una cierta dignidad a su partido y a la política española, sino que seguramente haría mucho más bien por las mujeres y su proyección en la vida pública que cien pomposos ministerios de Igualdad, con sus correspondientes Bibianas Aído.

Por todas estas cosas, me sumo a las innumerables peticiones para que Olvido no dimita. Porque aunque el vídeo es totalmente personal, y su cargo es puramente local, este asunto es cosa de todos.

Imagen: http://caminohacialavidaenigualdad.blogspot.com/2012/06/dia-51-quien-soy-yo-verguenzaatrevimien.html

Actualización: Leo que de momento Olvido no piensa dimitir, lo cual me alegra sobremanera. Gracias a todos los que la han apoyado para que reconsidere su decisión.

lunes, 30 de julio de 2012

El curioso caso de Violeta Jessop


Ayer fui a ver la exposición sobre el Titanic que actualmente se encuentra en el Museo Marítimo de Barcelona. Bastante interesante y surtida, salí contento. Tan solo eché en falta alguna explicación más sobre el destino del capitán del barco, el señor Edward John Smith.

Ahora bien, el destino del Titanic es de sobra conocido; lo que no es tan conocido es que este enorme barco era gemelo de otros dos de la misma serie: el Olympic y el Britannic. La exposición a la que fui los menciona, aunque no nos aclara sus destinos, bastante poco conocidos. Ambos fueron usados en la Primera Guerra Mundial, el primero para transporte de tropas, y el segundo como buque hospital. El Britannic fue hundido durante el transcurso de este conflicto, en 1916. El Olympic , por su parte, sobrevivió a la guerra y continuó en servicio hasta 1935.

Pero hay algo todavía menos conocido y es lo siguiente: El Olympic entró en servicio antes que el Titanic, concretamente en junio de 1911. Entre su tripulación se encontraba la enfermera Violeta Jessop, nacida en Argentina, aunque de familia irlandesa. El 20 de Septiembre de ese mismo año, el Olympic tuvo un accidente al chocar con el buque de guerra HMS Hawkee, lo que ocasionó un enorme boquete en su casco. Pero afortunadamente no hubo heridos, y el barco fue conducido a los astilleros para ser reparado.

Violeta fue entonces destinada al barco gemelo Titanic, para el viaje inaugural. Pero como todos sabemos, el choque con un iceberg creo una enorme abertura en el casco, lo que hizo que el barco se hundiera. Violeta, sin embargo, se contó entre los pasajeros que pudieron ser rescatados del Titanic.

¿Adivinan cuál fue su siguiente destino? En efecto, el Britannic. Allá permaneció hasta 1916, cuando, mientras el barco estaba frente a las costas de Grecia, se produjo una gran explosión que abrió un boquete en el casco, y el barco se hundió. Nunca ha quedado claro si fue culpa de una mina, un submarino o una explosión interna del propio barco, pero sí se sabe que casi todos los tripulantes consiguieron salvarse en los botes salvavidas, excepto 29 cuyos botes fueron absorvidos por el vórtice de la hélice. En uno de esos botes iba Violeta, que pese a todo tuvo la intuición de arrojarse al agua antes de que el bote fuera absorvido, y finalmente fue rescatada por otro bote, por lo que sobrevivió también a este tercer percance. Murió mucho más tarde, en 1971.

Fuente y foto: wikipedia

jueves, 19 de julio de 2012

Polonia, Julio de 1939


Retrocedamos 73 años en el tiempo. En esta misma época del año, pero en otro país, Polonia. Un hombre se levanta por la mañana y va a trabajar. Todo parece normal. La gente disfruta del calor estival y las tiendas comienzan a abrir mientras él se dirige a su despacho. El hombre está tranquilo, pero su rostro transmite una cierta preocupación. Presiente que se acercan años oscuros. Compra un periódico en el quiosco de la esquina. Las noticias son desalentadoras: Hitler se muestra cada vez más belicoso con el resto de Europa. Sus recientes éxitos en Austria y Checoslovaquia le respaldan. Francia y Gran Bretaña parecen dos espantapájaros inútiles. Los Estados Unidos no están ni se les espera. Polonia tiene todos los números de ser el siguiente, pues contiene antiguos territorios del Imperio Alemán.

El hombre llega a su oficina, se sienta y se pone a trabajar. Sabe que quizás dentro de unos meses ese edificio haya sido destruido por las bombas, que quizás él pase a estar muerto o ser prisionero de los alemanes, pero... ¿qué solución le queda? No está en su mano cambiar el mundo. Como mucho, podría emigrar, pero ¿a dónde? ¿A Francia, por ejemplo? ¿Sería ese un lugar seguro uno o dos años después? Aparentemente sí, el ejército francés le protegería. Dicen que es uno de los mejores de Europa. Si Europa parece peligrosa, quizás estaría bien una país alejado de los nazis. ¿Vietnam, por ejemplo? ¿Tailandia? ¿Se estará seguro en esos lugares en los próximos años? ¿Valdrá la pena ir a un país tan apartado y tan diferente?

Estos días me siento como ese ciudadano polaco. Sé que los últimos meses de 2012 y los primeros de 2013 van a ser claves, y para nada bueno. Se acerca el fin de la economía capitalista tal y como la hemos conocido desde la Segunda Guerra Mundial. Grecia, Portugal o España son sólo los primeros síntomas, lo gordo está por venir. Francia está jugándosela con las nuevas medidas de su presidente, que han aumentado la deuda en 72.400 millones de euros. En Inglaterra, el sistema financiero ha perdido toda credibilidad tras el escándalo del Líbor. Pero lo divertido va a ser cuando en Enero de 2013 se produzca el llamado acantilado fiscal en Estados Unidos.

En medio de este apocalipsis casi seguro de nuestra sociedad, uno no sabe muy bien qué hacer. Emigrar es una opción discutible, ya que casi cualquier país del mundo (a menos que uno se vaya a Corea del Norte) está metido de lleno en todo este conglomerado mafioso llamado sistema financiero mundial, alias "los mercados", probablemente el mayor enemigo de la Humanidad en toda su historia. Cuando se produzca el gran cataclismo, unos arrastrarán a otros, y todo se irá a la mierda. Probablemente dé un poco igual estar aquí que allá. La caída del mundo capitalista será como la caída del bloque comunista: no importa demasiado si te pilla en Varsovia, en Sofía o en Minsk. El caso es que ese mundo en el que llevas décadas viviendo se derrumba, y aparece otro que no sabes si será mejor o peor; sólo sabes que el tránsito será doloroso.

Me pregunto qué ocurrirá entonces. ¿Una revolución comunista? ¿Una dictadura militar, aprovechando el caos de los primeros días? ¿La anarquía total? ¿Se dividirán los Estados Unidos de América y aquí se crearán los Estados Unidos de Europa? ¿Se esfumarán el dólar y el euro? ¿Y qué surgirá entonces?

Bien mirado, vamos a vivir unos momentos históricos y emocionantes. No sólo se siente uno como ese polaco que presiente la invasión nazi, también se siente como ese alemán que presiente la caída del muro, o como ese francés que sueña con la caída de Luis XVI. Veremos qué sucede. De momento, vuelvo a mi oficina a seguir trabajando. Como si no pasara nada.

jueves, 31 de mayo de 2012

Un análisis económico por parte de un no-economista


Nunca pensé que llegaría a vivir un momento histórico como este. De joven creía que las grandes fechas de la Historia de la Humanidad habían quedado para las generaciones pasadas, para aquellos hombres y mujeres que vivieron el decubrimiento de América, la toma de la Bastilla, la Revolución Rusa, las dos guerras mundiales... Pero mira tú por dónde, ahora me encuentro escribiendo en mi blog mientras el mundo se dirige a la hecatombe económica más importante de la Historia, mucho más que la famosa crisis del 29.

Algún día nuestros descencientes estudiarán nuestro caso. De la misma manera que nosotros nos preguntamos, intrigados, cómo fue posible que el partido nazi ganara las elecciones en los años 30, cómo pudieron estar tan ciegos los ciudadanos de entonces para ver la barbarie que se avecinaba, nuestros nietos se preguntarán qué le ocurrió a la sociedad de finales del siglo XX y principios del XXI para dejarlo todo en manos de usureros y atrapar la economía mundial en un callejón sin salida llamado deuda. Me los imagino, entre la indignación y la confusión, riéndose de nuestra ingenuidad y de nuestra ignorancia, mientras dictan leyes que condenen la usura, para evitar que se repita el desastre que nosotros estamos creando hoy mismo.

Mientras escribo estas líneas, reina la confusión por la situación de la economía española, y sobre todo por el asunto de Bankia. Internet se llena de comentarios indignados que hablan de la maldad de los banqueros, de la incompetencia de nuestros políticos, del descrédito para nuestro país, mientras confían en que Alemania o algún otro país poderoso como los EEUU podrá salvar la situación. No es así.


Lo que estamos viviendo estos días es sólo el principio de una debacle mundial. Evidentemente, los primeros coletazos se producen en los eslabones más débiles de la cadena. Primero fue un pequeño país casi deshabitado, como Islandia. Luego fueron los socios menores de la UE, como Irlanda, Portugal y Grecia. Ahora es España. Pero no nos engañemos: sólo somos los primeros de una fila en la que están todos.

Breve historia económica

No hace falta tener un Nobel en Economía para darse cuenta de la raíz de todos los males: La economía mundial de nuestra época está sometida al sector financiero. El poder económico ya no pertenece a las empresas y estados que mueven la economía real, sino a unos señores que, detrás de una pantalla llena de números, compran y venden un ente etéreo llamado deuda. Ese ente etéreo lo domina todo, tiene más poder que el oro, que el petróleo y los diamantes. Pero, ¿por qué es tan importante la deuda? Veamos cómo funciona el mecanismo.

Antiguamente, la riqueza residía en los recursos tangibles, principalmente el oro. De ahí que tradicionalmente la moneda se respaldase con ese metal. Lo que tenía valor era lo que daba un servicio: el carbón valía algo porque servía para generar energía, los tomates valían algo porque se podían comer, etcétera. Quienes dominaban estos recursos (principalmente los estados, la Iglesia y los grandes propietarios), dominaban la economía. Y como intercamabiar directamente los bienes es difícil, y además conviene establecer un valor comparativo de las cosas, surgió la moneda. La moneda representaba una cierta cantidad de bienes, en general. Hasta aquí todo parece "normal".

Pero un buen día alguien inventó el préstamo. Es decir, que si yo no tengo dinero suficiente para hacer algo, te lo pido a ti, y al cabo de un tiempo te devuelvo lo prestado. Evidentemente, eso a ti no te va a parecer muy bien, de modo que para que sea más interesante, me comprometo a devolverte, no sólo lo prestado, sino una cantidad adicional, que es el "interés". Supuestamente, cuanto más tiempo me des para devolverte el dinero, más alto debería ser el interés. También depende de la confianza que yo genere. Si estás muy convencido de que te puedo devolver el dinero, me lo darás con bajo interés; si crees que puedo alargarme en mis plazos e incluso no devolverlo, me pedirás un interés más alto.

Visto así, el tema tampoco parece tan malo. Pero tiene un problema que a nadie se le escapa: ¿qué ocurre si, transcurrido el tiempo pactado, no puedo pagar? Bien, aquí pueden darse tres situaciones:

A) No lo pago directamente con dinero, sino que el acreedor se queda con algunas de mis posesiones, que son confiscadas como compensación.
B) Se renegocian las condiciones y, si se llega a un acuerdo, se puede alargar el plazo de pago (a cambio, supuestamente, de un mayor interés o algún otro tipo de compensación).
C) Sencillamente me niego a pagar, con lo que mi acreedor seguramente no estará muy contento. Si somos dos países, quizás me declare la guerra o me imponga un boicot. Si soy un ciudadano y mi acreedor el Estado, quizás vaya a la cárcel, etc. Si se da la circunstancia de que soy más poderoso que el acreedor, quizás tenga que aguantarse y fastidiarse.

Por lo general, nadie quiere llegar a la opción B, y mucho menos a la C, por lo que generalmente se piden "avales", es decir, una lista de recursos (pisos, terrenos, empresas, todo tipo de bienes en general) que sirven de garantía para que, en caso de impago, se pueda optar por la opción A, y resolver el problema.

Bien, incluso en este caso podríamos pensar que todo sigue siendo adecuado. Pero ocurre que el "interés" acaba haciendo que prestar dinero sea, valga la redundancia, algo muy interesante. Uno puede hacerse rico sin hacer nada, simplemente dejando dinero y esperando a que venzan los plazos. La tentación de prestar sin límite para enriquecerse acaba siendo demasiado fuerte, y surge la usura. ¿Qué es la usura? Consiste en dejar dinero bajo condiciones poco razonables, es decir, que en caso de no poder devolver el dinero obligarían al deudor a "venderse a sí mismo", prácticamente. Si es una persona, debería vender su propia casa y acabar en la calle, quizás incluso venderse a sí mismo como esclavo; si es un Estado, debería vender parte de su territorio, o de su patrimonio.

Dinero de la nada

A lo largo de la Historia ha habido ciertos momentos en los que la usura se convirtió en un problema muy grave, y algunos gobernantes tuvieron que adoptar medidas muy duras para luchar contra ella. Sin embargo, la sociedad del siglo XX dejó de verla como algo negativo, hasta el punto de que la palabra misma casi no se usa en artículos y conferencias. Se habla de deuda por todas partes, pero nadie habla de usura. Nuestra cultura moderna, muy vinculada a la mentalidad capitalista de los Estados Unidos, considera que el préstamo es algo bueno, que estimula la economía y ayuda a la creación de empresas. Que alguien no pueda pagar es un problema menor y que sólo es asunto de la persona implicada. Lo importante es que gracias al préstamo, se crea dinero "de la nada". ¿Eres una empresa que necesita financiarse y no tiene efectivo? Pide un préstamo y de pronto aparecerán billetes por todas partes. Ya lo pagarás. ¿Eres un político que necesita financiar infraestructuras y no quieres subir los impuestos para no ser impopular? Pide un préstamo y tendrás tus infraestructuras. Ya lo pagarás. ¿Eres un ciudadano con un empleo precario y quieres comprarte un piso? Pide un préstamo y tendrás tu piso. Ya lo pagarás.

El préstamo es algo que parece fantástico a todo el mundo, tanto deudores como acreedores. A los deudores les parece fantástico porque les da dinero de la nada. A los acreedores también, porque les permite ganar dinero sin hacer nada, sólo prestando. Por tanto, todo el mundo es feliz.


Pero (todo en esta vida tiene un "pero") en el fondo esta felicidad es una ilusión. Los deudores no están haciendo otra cosa que desplazar su problema hacia el futuro. Sí, la empresa consigue financiarse en ese momento, pero ¿qué ocurrirá cuando venza el plazo? ¿Sus beneficios le permitirán devolver el préstamo? El político consigue popularidad en ese momento, pero ¿qué ocurrirá cuando venza el plazo? ¿Cómo devolverá el dinero si no ha subido los impuestos y las infraestructuras no han podido generar aún más riqueza? Y así con todo. Se vive con un dinero irreal, un "dinero del futuro", que algún día deberá devolverse.

El problema de abandonarse a la tentación de la deuda es que cuando llega el momento de la verdad, el vencimiento, resulta que no puedes pagar, y debes enfrentarte a una de las tres soluciones que he mencionado antes. Pero como ninguna de las tres es agradable, a alguien se le ocurrió una segunda manera de desplazar el problema hacia el futuro: pedir más dinero prestado. Es decir, A me presta 10. Al vencer el plazo, pongamos que debo devolverle 11, pero como no los tengo, le pido 11 a B. Ahora bien, como me he acostumbrado a la buena vida, quiero seguir gastando al mismo ritmo, con lo que vuelvo a pedirle 10 a A. Resultado: antes me dejaron 10 y debía 11. Ahora me han dejado 21 y debo 24, 11 a A y 13 a B. Si mantengo mi mentalidad, el año siguiente quizás deba 35, al otro quizás 47, etc. Mientras haya nuevos prestamistas que me dejen dinero, o mientras los que ya me prestaban estén dispuestos a elevar mi deuda, ningún problema.

Esta tendencia se hace especialmente visible en los estados. Como los políticos sólo piensan en su popularidad a corto plazo, su obsesión es no subir impuestos y, sin embargo, ofrecer a los ciudadanos toda una serie de mejoras visibles: más colegios, más hospitales, más carreteras, etc. Y todo esto sin dejar de gastar en sueldos de funcionarios, en servicios públicos, etc. Todo con vistas a ganar las siguientes elecciones y, además, a favorecer a sus contactos empresariales mediante suculentos contratos públicos que "paga el Estado".

La confianza

Alguien podría preguntarse: ¿Cómo es posible que los acreedores dejen dinero al Estado si está claro que no tiene capacidad inmediata de pago? Bien, aquí es donde aparece la palabra mágica: es todo una cuestión de confianza. Los acreedores dejan dinero por dos razones. Primero porque les resulta muy rentable (ya hemos visto antes que la usura es una actividad fácil y relativamente segura), y la segunda es que confían en poder cobrar. En principio, se considera que un estado (sobre todo un estado importante, como pueden ser los EEUU, Japón, o incluso un país pequeño como Bélgica) es relativamente sólido. No es una persona que se pueda escabullir mágicamente sin pagar. Si acaso se llegara al extremo de no querer pagar, se podría recurrir a la legalidad internacional para embargar bienes de ese estado; pero ni siquiera parece probable por una razón: porque al propio estado no le interesa dar imagen de mal pagador, de cara a poder seguir pidiendo préstamos en el futuro.

Eso no quita que haya países que generan más confianza que otros, por eso estos días estamos viendo que Alemania ofrece deuda a un interés muy bajo (incluso cero a día de hoy) mientras que España debe ofrecer un interés cada vez mayor.

Pero al final, el problema sigue siendo el mismo para todos: la deuda crece y sigue creciendo indefinidamente. En unos casos más rápidamente, en otros menos, pero crece. Y no hace falta ser un genio para darse cuenta de que esa espiral conduce al desastre, porque todo este montaje absurdo se basa única y exclusivamente en la confianza, y necesariamente llegará un punto en que el endeudamiento será tan alto que la confianza no sea suficiente como para compensarlo. Entonces, se dejará de prestar dinero a ese país, y éste no podrá hacer frente a sus pagos.

Eso es justamente lo que está pasando ahora con Grecia y lo que muy probablemente acabará pasando con España: un puro problema de confianza. Si nuestros acreedores confiasen en nosotros, podríamos permitirnos el lujo de tener una deuda enorme, mucho mayor que la actual. Si ahora estamos en problemas es por una cuestión puramente psicológica: porque no confían en nosotros. Da igual si debemos un billón o diez billones, la cuestión es si un conjunto de gente que es la que deja la pasta, confía en que podamos pagar.

Pero el problema no es exclusivo de España, es un problema cultural de la sociedad de nuestro tiempo. Todos vamos por el mismo camino. La propia Alemania está también en la misma espiral infernal:



La ventaja que tienen ellos es que la confianza de los inversores es alta, y pueden seguir pidiendo sin problemas. Pero no nos engañemos: es una simple cuestión de tiempo o de que en algún momento surja un problema que rebaje la confianza que inspira Alemania. Y se verán entonces en la misma situación que nosotros.

De todos los países del mundo, el que muestra más claramente este proceso vicioso es EEUU. Tras la Primera Guerra Mundial, se decidió poner legalmente un techo a la deuda pública, en teoría para evitar precisamente esta espiral; pero en la práctica, los sucesivos parlamentos han acabado aumentando este límite en cada momento:



Es cierto que las gráficas de endeudamiento se ven afectadas también por la devaluación de las monedas, pero en cualquier caso serían también ascendentes. 

El último incremento del llamado "techo de deuda" lo realizó Obama el año pasado, tras un acuerdo in extremis con los republicanos, que se negaban radicalmente a subir impuestos. Tan grande fue la tensión vivida en los últimos días antes del acuerdo que incluso Standard & Poor's se atrevió a rebajar la calificación de la deuda americana.

Hacia dónde vamos

Personalmente, creo que la única salida a todo esto es un impago generalizado. Los acreedores, o más correctamente deberíamos decir "los usureros", deben asumir su responsabilidad. Es cierto que estados y particulares de todo el mundo se han endeudado irresponsablemente, pero ellos también han dejado dinero irresponsablemente, alimentando un ciclo vicioso que ha degenerado en una situación catastrófica. Es más: cada mes que pasa esa situación se vuelve aún peor, las cantidades tienen cada vez más ceros y las posibilidades de que los deudores devuelvan lo prestado son cada vez más ilusorias. Desengañémonos: ni España, ni EEUU ni ningún otro país devolverán jamás su deuda. Es sencillamente imposible. O bien deberían vender prácticamente el país mismo a los usureros (en Grecia ya se habla de vender el Partenón), o bien la reducción del nivel de vida generaría tal descontento que quizás degenerase en revoluciones. Peor aún: incluso suponiendo que la población tuviera la estoica actitud de aceptar recortes en su nivel de vida, la economía capitalista, basada en el consumo, se contraería, disminuyendo así los ingresos con los que pagar, y alargando aún más el pago durante generaciones y generaciones. Algunos países tardarían siglos en pagar.

Estos escenarios son inviables. El único punto de equilibrio más o menos justo sería:
- Los países dejan de pagar a los usureros, o como mucho renegocian las condiciones de tal manera que la deuda se reduzca a la mínima expresión, con lo que se pueda pagar en unos pocos años. Los usureros deben aceptar que perderán dinero.
- El gasto público debe cortarse radicalmente. El endeudamiento de la administración debe prohibirse o, como mucho reducirse mediante un techo similar al de EEUU, pero que se aplique de verdad, sin incrementos oportunistas.
- Los ciudadanos, por tanto, aceptan un nivel de vida mucho menor: menos servicios sociales, menos infraestructuras, etc., o bien más impuestos. El dinero debe salir de alguna parte.

Dicho de otro modo: todos tenemos que perder. Nuestro mundo de principios del siglo XXI es un mundo ilusiorio, vivimos inmersos en una riqueza ficticia, que brota de una fuente mágica llamada "deuda". Debemos abandonar esa ilusión y volver a la economía real. Cuanto más tardemos en hacerlo, más fuerte será el golpe.