martes, 30 de diciembre de 2008

La importancia del sufrimiento

A menudo he pensado que para entender la vida y saber apreciar lo que vale la pena de ella es necesario sufrir. Quien no ha sufrido sólo tiene un conocimiento intelectual de las cosas, pero no las percibe con la intensidad de alguien a quien esas mismas cosas le han hecho preocuparse, atemorizarse o llorar. Es como el niño que no comprende que no se debe poner la mano en el fuego hasta que se quema. Por mucho que te expliquen que el fuego es peligroso y lo entiendas, es cuando te quemas de verdad cuando tienes un conocimiento profundo de la idea. También ocurre que no apreciamos la importancia de las cosas hasta que no las tenemos y su ausencia nos hace sufrir; como el aire que respiramos, al que no damos importancia, pero que bien que lo echaríamos de menos si de pronto notásemos falta de oxígeno. Ya sea por echar de menos algo tras haberlo tenido o por conseguirlo tras mucho tiempo deseándolo, el sufrimiento nos ayuda a valorar la importancia de las cosas, y de la vida misma, en definitiva.

Quien no ha perdido una amistad no entiende del todo lo que vale un amigo. Quien no ha fracasado no aprecia el verdadero valor del éxito (ser un fracasado a veces es un paso intermedio para llegar al éxito). Quien no ha llorado por amor sólo tiene una idea parcial de lo que de verdad significa esta palabra. Quien no ha temido por su vida no la aprecia del todo. Quien no ha sentido la angustia de buscar y no encontrar nunca, no entiende la felicidad de encontrar tras haber buscado mucho. Y así podríamos seguir con las diversas aplicaciones de la misma idea.

Una de las moralejas que extraigo de estos principio es que quien no ha sufrido el peso de un poder dictatorial no valor la importancia de la libertad política y tiende a despreocuparse de su implicación como ciudadano. Nos da igual (o lo parece) haber caído en un bipartidismo semidictatorial; nos da casi igual que gane uno u otro; nos resuta poco importante que una ley electoral absurda siga ahí sin modificarse, o que se perpetúen instituciones anacrónicas como la monarquía, o que una determinada secta religiosa, como los católicos o los musulmanes, pretenda imponer sus criterios morales al resto de la sociedad. Y eso me hace pensar en que hasta que la situación se haya vuelto verdaderamente desagradable, no reaccionaremos para cambiar las cosas. Sólo el sufrimiento nos mueve; mientras no nos molesten demasiado, nos da igual, no queremos pensar en las consecuencias a medio o largo plazo. El problema es que cuando de verdad echemos de menos esa libertad, ya no la tendremos para poder cambiar las cosas sin provocar una revolución.

Otra de las moralejas es la de la conservación medio ambiente. Dejamos el tema de lado porque aún podemos respirar, beber agua potable y comer alimentos a un precio asequible. Tendrá que llegar a estar muy crítica la situación para que entendamos por fin que no es un problema de cuatro hippies que quieren defender a los animalitos y los bosques. Es un problema que algún día podría llegar a degradar nuestra calidad de vida a niveles jamás vistos. No poder respirar aire sano, no poder beber agua sana (o tener que pagarla a precio de oro), no poder obtener alimentos comunes hoy en día, no poder bañarnos en unas aguas limpias y que den vida a una gran variedad de animales, y no sólo medusas y algas. Son cosas que, hasta que no las suframos en nuestras propias carnes, no comprenderemos del todo. Y entonces, cuando las comprendamos, remediarlas costará mucho más que ahora.

Imagen: http://213.0.8.18/portal/Educantabria/ContenidosEducativosDigitales/Primaria/Cono_3_ciclo/CONTENIDOS/HOT%20POTATOES/WEB/MODERNA4.htm

Para que Thimbler se quede contenta

Bueno, ya que la chica me ha nominado para un meme(z) de esos, pues contesto aquí. Estos son los requisitos:

1- Enlazar a quien te lo ha dado: Ya te tengo enlazada, desde hace tiempo :-)
2- Publicar las reglas en tu blog: Pues eso estoy haciendo.
3- Escribir siete cosas sobre ti: Las pongo al final de esta lista.
4- Dejar un comentario en el blog de los próximo destinatario del tag: Ya lo dejé.
5- Conceder el Tag a 6 personas: No, porque estoy en contra del uso viral de Internet. Prefiero que el meme no se reproduzca a partir de mi blog.

Y ahora las 7 cosas:
-Soy muy ordenado, y por lo general tengo bien recogido mi sitio de trabajo y mi habitación. Si acaso los papeles usados que dejo en un montón, para reciclar, son lo único que da una cierta imagen de desorden, aunque en realidad estén ahí por una razón.
-En general no me gusta el maquillaje, y valoro mucho que una mujer se maquille poco o nada.
-Detesto los tatuajes, pero todavía más los piercings.
-Nací el último día de verano.
-Soy muy vago para leer y leo muy despacio. A menos que el libro me resulte interesantísimo, es difícil que avance a más de 10 ó 20 páginas por día.
-Me encantan las botas camperas, pero sólo tengo un par y las uso poco, porque en verano dan calor y en invierno pueden resbalar con el agua.
-Viajo bastante dentro de España, pero poco al extranjero, y por lo general no soy el típico turista que va a echarse fotos delante de edificios o estatuas, prefiero ver cómo es la gente del lugar. Turismo social, por así llamarlo.

Hala, para que luego digas :P

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Navidad del 2008

No voy a recrearme con el gastado y ya cansino tópico de Feliz Falsedad, pero sí que creo que en una noche como esta vale la pena rememorar el artículo que publiqué el año pasado por estas mismas fechas. Lo siento por quienes aprecien la Navidad, pero el cartel expresa exactamente lo que pienso de ella. Eso sí, espero que todos estéis pasando unas felices fiestas que os permitan relajaros, comer bien y empezar el año con buen pie, porque el 2009 promete ser movidito, movidito. No dejéis que el consumismo os devore y pasadlas en armonía y paz.

domingo, 21 de diciembre de 2008

M. El vampiro de Düsseldorf

Via filmaffinity he acabado dedicando parte de esta tarde a ver esta película alemana de 1931 (antes de que Hitler alcanzase el poder), y la verdad es que vale la pena. Excelente obra de su director Fritz Lang, que borda una película llena de planos interesantes, con un guión inteligente y muy bien estudiado, unos sonidos perfectamente escogidos y una fotografía muy cuidada. Curioso, por ejemplo, el uso que se hace del humo (creo que esta es la película de la historia en la que más se fuma) para crear un ambiente de intranquilidad e incertidumbre hacia la mitad de la película, cuando diversos grupos de hombres están planeando cómo cazar al asesino.

Los actores en algún momento exageran sus interpretaciones, pero esto es algo bastante común en el cine de aquella época. En general hacen un buen trabajo.

¿Y por qué hablo de esta película? Bueno, aparte de porque es francamente recomendable, creo que es interesante por la reflexión que plantea sobre el contraste entre la locura del criminal asesino de niñas y la irracionalidad de la sociedad, que a veces actúa de manera instintiva, egoísta e irresponsable para castigarlo. De hecho, una de las carácterísticas más encomiables de esta obra es que, al contrario de las películas actuales, no trata al espectador como un idiota al que ya hay que dar mascado quién es el bueno y quién el malo, sino que plantea la situación con todos sus matices y luego ya sabrá uno extraer sus propias conclusiones. La verdad es que se agradece una visión tan abierta entre tanta simplicidad que nos invade en estos tiempos oscuros. Incluso da vergüenza pensar que en 1931 la sociedad podía plantearse estos temas de una manera más filosófica que en 2008.

Especialmente original es que los delincuentes mismos intenten cazar al vampiro por su cuenta, en paralelo con la policía, pero no por bondad, sino porque les está fastidiando el negocio, ya que la policía realiza frecuentes redadas que les hacen perder dinero. También es interesante la magistral escena final del juicio de los criminales, donde se pretende condenar al asesino sin tener en cuenta su enfermedad, mientras el que hace de abogado defensor declara que es más criminal aún condenar a alguien que no es dueño de sus actos. Fritz Lang consigue hacernos ver en muchos momentos al asesino como víctima de sí mismo y de las circunstancias, mientras que las organizaciones que intentan apresarlo nos resultan frías y represoras. Un contraste que invita a la reflexión sobre un tema nada sencillo.

Esta reflexión es necesaria precisamente en días como los que vivimos. Unas entradas atrás ya hablé del tema de la portada de Scorpions, estúpidamente criminalizada después de tantos años, y no hace ni media hora que he visto por televisión que los McCann siguen alargando el culebrón de su hija, convertido ya en fenómeno mediático más que en otra cosa. Y hace falta, creo, detenerse un poco y pensar si no estamos cayendo en una psicosis excesiva. La película de Lang lo retrata muy bien en varias escenas, pero sobre todo en una en la que una niña pregunta a un transeúnte y éste la ayuda para que pueda volver a casa, despertando las sospechas de los ciudadanos, ya muy susceptibles ante las noticias de asesinatos; le rodean y le acusan infundadamente de ser el asesino, mientras el hombre intenta hacerles entrar en razón. Excelente plasmación de la irracional psicosis que vive la población, influenciada por los medios; algo que hace pensar en la exagerada sensibilidad de nuestra sociedad hacia ciertos temas que se ponen de moda y acaban desatando un excesivo celo que resulta contraproducente, porque no disminuye el daño de los crímenes, y en cambio crea problemas a personas inocentes.

En definitiva, una película que, pese a sus años, sigue estando de actualidad, y que me parece mucho más interesante que la mayoría de lo que se estrena hoy en día.
Imagen: http://rosavientos.es/modules.php?name=Forums&file=viewtopic&p=768028&highlight=

sábado, 20 de diciembre de 2008

María y otras maneras de divertirse (II)

Los comentarios al artículo anterior me llevan a seguir hablando de lo mismo. En vista de lo amplio que resulta el tema y de lo precisas que deben ser las opiniones para que no den lugar a confusión, creo que vale la pena detallar más.

En primer lugar, un par de puntualizaciones: No pretendo discutir el tema de la legalidad. En ningún momento digo si los porros (o cualquier otra cosa) deben ser legales; ahí no entro ni salgo (aunque en el caso del tabaco, me alegro de que por fin se pueda estar en los locales de Barcelona sin tragar humo, cosa que echo mucho de menos cuando voy a Madrid). Tampoco entro mucho en si son perjudiciales o no. Prefiero dejar esa cuestión un poco abierta, como ya apunté en el arftículo anterior. Desde luego, buenas no creo que sean; pero no sólo los porros, sino el tabaco, o el alcohol mismo, a menos que se consuman muy, muy esporádicamente. Ahora bien, en el fondo esa tampoco es la cuestión para mí.

La única intención del artículo anterior (y de éste) era dar mi opinión (personal e intransferible, como siempre, y posiblemente errónea, como no pocas veces) al tiempo que especulaba (fijaos que varias frases empezaban por la palara "supongo") sobre las posibles causas del consumo. Nada más. ¿Que cada cual es libre de practicarlo? Por supuesto, por eso al final del segundo párrafo digo "Yo no comparto su afición, pero tampoco me meto con ellos". No pongo en duda el tema de la libertad personal, ni es ese el debate que planteo.

A fin de cuentas, lo que yo me planteo es: ¿Qué lleva a una persona a consumir ciertas sustancias que alteran su estado de ánimo, pese a los posibles inconvenientes que le puedan suponer (gasto económico, posible efecto sobre la salud, posibles problemas legales)? No es una cuestión exclusiva de la marihuana; lo mismo podría decirse de cualquier otra cosa, el tabaco mismo. Me he centrado en los porros porque veo que el debate alrededor de ese tema es mucho más reducido; sobre el tabaco y el alcohol se ha hablado hasta la extenuación, mientras que los porros parecen un tema medio tabú sobre el que apenas se opina, no sé por qué razón. Pero el debate es exactamente igual.

¿Que una persona puede consumir alguna sustancia de este tipo por múltiples razones? Sin duda. Igual que por un lado hay quien se toma una pequeña cantidad de whiskey selecto en su casa, de higos a brevas, y por otro lado hay borrachos que acaban por el suelo vomitando, también habrá, digo yo, el mismo contraste con cualquier otra sustancia. No pretendo hacer ninguna cruzada contra nadie ni quitarle a nadie ningún derecho, como puede verse si se lee la segunda mitad del segundo párrafo del artículo anterior; ahora bien, por mucho que uno tenga derecho a hacer ciertas cosas, no por ello no vamos a poder dejar de preguntarnos sobre las causas de esas acciones. Uno tiene perfecto derecho a emborracharse, y yo mismo he ido a veces algo "cargado", pero ¿por qué no iba a preguntarme sobre las razones de ello? El filósofo debe enfrentarse a todas las cuestiones, y nuestros vicios son, seguramente, la más interesante de todas. No podemos dejarla de lado por temor a sentirnos criticados o a que parezca que se pone en duda nuestra libertad; al contrario: reflexionar sobre nuestros hábitos nos hace ser más conscientes de lo que hacemos y, por tanto, más libres de verdad.

Se dice (y algunos comentarios anteriores lo corroboran) que se hacen muchas de estas cosas para lograr estados alterados de conciencia. Otros dicen que porque les gusta el sabor. Ahora bien, esto ya nos hace distinguir dos tendencias: la primera es la de quien simplemente consume la sustancia como cualquier comida o bebida; por ejemplo, quien bebe whiskey sólo porque le gusta el sabor, igual que come turrón o helado de vainilla. La segunda es la de quien busca algo que va más allá del sabor, y pretende sentir unos efectos especiales que produce esa sustancia, para los cuales quizás haya que consumirla en una cierta cantidad (es el caso de las borracheras).

Uno podría, por tanto, querer ir más lejos y centrarse en el segundo caso, para preguntarse por qué tiende el ser humano a buscar estos estados alterados de conciencia. No quiere esto decir que sea bueno ni malo, es simplemente una pregunta. La primera respuesta que se me ocurre a esa pregunta es la misma que para el sabor: resulta agradable a los sentidos, o sencillamente es divertido. Pero este caso no es interesante (sería el caso de quien, por ejemplo, pilla una pequeña borrachera cada varios meses o cada año; un capricho parecido, supongo, al de subirse a la montaña rusa alguna vez); el interesante es segundo caso, el de la persona que lo practica como una costumbre, y ese caso es el que nos lleva a otra cuestión que era la que motivaba el artículo anterior: Si en ocasiones se buscan estos estados alterados con tanto interés como para gastarse mucho dinero, tomarse muchas molestias y arriesgarse a tener problemas, significa que la búsqueda de estos estados no es un simple divertimento, sino una necesidad, un vicio o al menos un capricho bastante fuerte. Porque claro, no supone el mismo follón entrar en un bar y pedir un chupito que tener que molestarse en buscar contactos para conseguir "chocolate", pagarlo (a un precio nada barato, por lo general) y luego ojito con lo que haces para que no te pillen con él antes de haberlo consumido. Como esta tendencia a buscar imperiosamente el consumo de estas sustancias (el alcohol mismo para emborracharse) es común en nuestra sociedad, es aquí donde aparece la siguiente pregunta: ¿Por qué en tantas personas acaba surgiendo el vicio de recurrir a estos estados alterados? Y la única respuesta que yo encuentro (lo siento, pero nadie me da una alternativa creíble) es la de que la gente necesita evadirse un poco de los problemas y los aspectos más tristes de la vida. Eso no quiere decir que estas personas sean despreciables ni que sus vidas sean absolutamente grises y vacías de sentido; hasta el más pintado tiene problemas que necesita olvidar, no es nada por lo que haya que avergonzarse, la vida es así de jodida para casi todos. Por eso repito una vez más, como ya hice en algún comentario, en que el texto anterior no pretende ser despreciativo; sólo busca respuestas a una pregunta.

Insisto: las personas a las que afecta esta pregunta no son todas las que consumen las sustancias. Quien se toma un vasito de whiskey en su casa una tarde, o le da una calada a un porro cada seis meses, y porque se lo pasan, evidentemente no están tomándose una molestia tan grande como para que veamos en ellos una necesidad. Hablo de quienes se emborrachan y de quienes disfrutan yendo "fumaos". Yo creo que esas personas necesitan calmar muchos males; y ver que una persona necesita calmar muchos males, no me hace sentir bien, esa es la verdad. Como ya dije en un comentario del artículo anterior, eso no quiere decir que no haya personas fantásticas que, a pesar de todo, busquen habitualmente estos "estados alterados". Aparte de todos los simpáticos "borrachines" que conozco, una de mis amigas, que es de las personas más fantásticas y extraordinarias que conozco, es fumadora casi diaria de porros, y la aprecio un montón. Pero desde luego, no aprecio su costumbre. Lo siento, qué le vamos a hacer.

Imagen: http://notcompliant.blogspot.com/2007/09/no-soy-un-alcoholico.html

miércoles, 17 de diciembre de 2008

María y otras maneras de divertirse

No es raro ver hoy en día a gente fumando porros, y como este fin de semana lo he vuelto a ver, han resurgido en mi cabeza las reflexiones que siempre me he hecho sobre este tema. Me gustaría compartirlas, por si a alguien le sirven de algo.

Personalmente, no creo que los porros sean buenos. He visto a alguna gente reírse mucho tras fumarlos, pero también luego tener un cierto bajón. Además, quienes abusan de ellos suelen pasar a otras cosas peores, y acaban mal; e incluso aunque no pasen a otras cosas peores, el abuso de cualquier cosa no suele ser bueno, y de ésta evidentemente mucho menos. Eso no quita que fumarlos ocasionalmente no produce problemas graves también lo he comprobado, ya que algunas personas que conozco los han consumido o consumen de higos a brevas, y no observo que estén especialmente afectados. Supongo que es de esas cosas que, sin ser recomendables, se le pueden permitir a aquel que quiera disfrutarlas. A fin de cuentas, cada cual se divierte como quiere. Yo no comparto su afición, pero tampoco me meto con ellos.

Sobre la motivación que lleva a la gente a gastarse dinero (que no es poco, precisamente) en estas cosas, y además arriesgarse a tener problemas con la policía, sólo por el placer de fumarlos... pues supongo que es como las borracheras. Ocurre, creo, que la vida habitual de la mayoría de nosotros no es precisamente una maravilla, no es una vida de película ni exenta de problemas y de agobio, de modo que a veces necesitamos olvidanos de ella. Cuanto mayor es el puteo que sufre una persona en su vida diaria, mayor es esta necesidad; y gente puteada hay mucha, así que siempre habrá fumadores de porros, igual que siempre habrá borrachos.

Supongo que estas razones son las que me producen un sentimiento de tristeza cada vez que veo a alguien fumando maría. Nada más ver la punta negra del cigarro y la sonrisa dibujada en la cara de quien le ha dado una calada, sé que detrás de esa sonrisa hay una vida triste y gris, seguramente llena de problemas que no puedo ni imaginarme. Me siento afortunado de que mi vida esté tan llena de cosas buenas como para no necesitar decirle "pásamelo".

Imagen: http://www.taringa.net/posts/videos/1659684/V-Copa-de-la-Marihuana-de-Madrid.html

martes, 9 de diciembre de 2008

A buenas horas, mangas verdes

Increíble. Ahora resulta que los puritanos de nuestra época (que por supuesto no se denominan a ellos mismos puritanos, sino gente decente) no tienen otra cosa más interesante que hacer que intentar censurar portadas de discos de 1976. Se trata de la portada del Virgin Killer, de la banda alemana Scorpions; un disco apenas conocido hace unos años para quienes no eran tan fanáticos de la banda como yo, pero que a este paso va a ser más famoso que el Thriller de Michael Jackson.

Y es que yo me pregunto a qué viene ahora dedicarse a intentar hacer desaparecer una imagen que ya está más que difundida, no sólo entre quienes tienen el disco (yo lo tengo, pero desgraciadamente con otra portada), sino en la red, y en multitud de libros y revistas. ¿Qué van a hacer ahora? ¿Organizar una quema de libros, como los nazis? ¿Van a encarcelar a algún despistado ciudadano porque resulta que hace un montón de años se le ocurrió comprarse una revista en la que se comentaba el disco y aparecía la portada? Hay que joderse con el tiempo libre que tienen algunos. Yo a veces también querría ser uno de estos puritanos, no porque tenga ganas de volverme gilipollas, sino porque debe estar de coña tener tanto tiempo disponible como para poder dedicarlo a estas chorradas.

El método escogido para censurar ha sido bloquear el acceso desde el Reino Unido a la página de la Wikipedia sobre la banda Scorpions en la que aparece la imagen; como si no se pudiera obtener esa misma imagen desde centenares de otras páginas (esta mismo) y como si muchos británicos no la hubieran visto ya montones de veces, desde 1976. Luego la gente se lleva las manos a la cabeza cuando escuchan que Irán o China bloquean páginas. Pues la verdad, no veo la diferencia. Bueno, sí la hay: que los chinos se están dando cuenta de que no sirve de mucho y cada vez bloquean menos, mientras que los británicos, por lo visto van para atrás.

Por supuesto, los argumentos para tan estúpido e inútil bloqueo parecen de lo más decentes: que así se lucha contra la pornografía infantil, que la portada es de mal gusto... pero en el fondo detrás de todo esto sólo está lo que todos sabemos: las ganas de conseguir que todos tengamos la misma moral que ellos, los mismos prejuicios, incluso los mismos gustos, y no querrán parar hasta que nadie piense de un modo distinto al suyo. Pues por mi parte, les pueden dar mucho por culo. Aquí está la portada, y además, me voy a poner la canción ahora mismo, que hace tiempo que no la escucho.

10/12/2008

Edito para comentar que la IWF ha tardado poco tiempo en darse cuenta de su error (bastante previsible por otra parte, si tienes un mínimo de sentido común), y ha desbloqueado el acceso a la página, al darse cuenta de que su medida sólo ha servido para que se dispare el interés por el mencionado disco, y que las imágenes de la portada se multipliquen por la red, como setas en pleno otoño (lo que se denomina efecto Streisand).

Por cierto, ayer volví a escuchar el disco y, aunque no es de los mejores de Scorpions, hay algunas canciones realmente buenas como Pictured life o Catch your train, donde Uli Jon Roth hace gala de su habitual maestría. Vale la pena darle una escucha.

Imagen: http://www.elmundo.es/navegante/2008/12/08/tecnologia/1228727919.html

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Dans vs. Fuckowski y la extraña salsa rosa de la web 2.0

Como últimamente no tengo mucho tiempo ni muchas ganas de devanarme los sesos, voy a comentar un tema que no es de gran trascendencia, pero que me resulta curioso.

Estos días he estado "flipándolo", como se dice ahora, con las disputas virtuales (afortunadamente ya no vivimos en aquellos tiempos en los que la gente se retaba a duelo) sobre cuestiones tecnológicas y empresariales, que podemos leer en un curioso artículo de Fuckowski, en el que arremete contra el conocido blogger Enrique Dans y otros personajes similares. La verdad es que hace tiempo ya que Dans se ha ganado la antipatía de una buena parte de la blogosfera; según algunos porque es un cansino, según otros por envidia de quienes no soportan que su blog sea uno de los más visitados de la red en español. No sé quién tiene razón, quizás ambas cosas sean ciertas. Lo curioso para mí es la importancia que le dan algunos a ciertos temas. Para mí, las discusiones que realizamos en la red no son más que eso: discusiones; y más cuando se habla de temas tecnológicos o se divaga (porque hablar del futuro siempre acaba siendo divagar) sobre lo buena o mala que es cierta opción de negocio. Se pueden tener diferentes puntos de vista y ya está, no hay por qué poner el grito en el cielo. Las discrepancias también son buenas y de ellas se aprende a ver las cosas desde otro punto de vista. No sé, yo a lo mejor me podía dar de hostias con otra persona por temas importantes, pero por discutir si Mobuzz es un buen negocio o no... qué quieren que les diga; si se pone muy pesado le doy la razón y le invito a una cerveza.

Yo he visitado el blog del señor Dans desde hacer tiempo, y sigo visitándolo de vez en cuando. Me parece interesante. A veces estoy de acuerdo con él y a veces no; a veces me interesa lo que escribe y a veces me importa un rábano; pero en cualquier caso no está nada mal comparado con muchos otros blogs similares, suele estar bastante al día y actualiza a menudo. Sí, es cierto que a veces sus textos desprenden un cierto aire de autosuficiencia, pero ¿no pasa eso a fin de cuentas con cualquier otro escritor? ¿El propio Fuckowski, por ejemplo? ¿O yo mismo? ¿No es, en el fondo, lo lógico en un mundo como el de los blogs? Yo pienso que sí. No olvidemos que un blog es una página personal, y como tal, uno escribe lo que le da la gana. Para decirlo más visualmente y con un lenguaje más popular: Uno en su blog escribe lo que le sale de los cojones. Al menos yo lo hago, y confío en que el resto de la gente que mantiene un blog lo hace también, porque si no vaya gracia. Si en tu propio blog no dices lo que quieres, ¿dónde vas a poder hacerlo? Un blog no es la página de una empresa o un organismo público, es tu página, y ahí radica precisamente la gracia de los blogs.

Un ejemplo similar es el de Javier Ortiz, cuyos artículos leo a menudo y que no pocas veces resulta cansino, prepotente, autosuficiente, etc., etc., etc. Pero bueno, otras veces da en el clavo y explica ciertos aspectos de la actualidad desde una perspectiva que no es común en este país cerrado y partidista. Con eso me basta. Aunque no esté de acuerdo o no me interesen el 50% de sus artículos, si el otro 50% me aporta algo, me doy por satisfecho.

Que Dans vende humo muy a menudo... sí. Por ejemplo, cuando se empecinó en dar coba al tema de Second Life, anunciando que sería el futuro de la red... y ahora se ha constatado que finalmente ha sido un fracaso. La cagó, y nunca ha tenido la humildad de reconocerlo; incluso recientemente realizó un último intento de sacarle algo positivo a aquella inciativa, como intentando justificar que en el fondo tenía algo de razón en el pasado... bastante patético, sí, y seguro que con otros temas hace lo mismo; pero qué quieren que les diga, eso no invalida todo un trabajo. Además, para que un artículo me parezca interesante, no es necesario que acierte al 100% ni que nos adivine el futuro; quizás nos habla de un tema que desconocíamos y nos anima a interesarnos por él; aún suponiendo que al final discrepemos con el autor, a lo mejor nos ha ilustrado un poco sobre el tema o simplemente nos ha facilitado uno o dos enlaces interesantes. Pues oye, algo es algo.

También hay que decir que tener un blog con muchas visitas debe ser duro. En el hostil entorno de la red, en el que incluso blogs poco populares tienen que acabar moderando o bloqueando los comentarios ante la amenaza de los trolls, no quiero ni pensar qué debe suponer dejar abiertos los comentarios en un blog como el de Enrique Dans. Seguramente las habrá visto de todos los colores en esas horas que dedique a revisar los comentarios de sus artículos; y no debe ser agradable. Quizás Fuckowski, pese a tener mucha razón en su artículo, no haya tenido que pasar por lo mismo. Hay que ponerse también en el lugar del contrincante.

En definitiva, me ha sorprendido ver en la red una especie de pelea de críos, protagonizada por tantos hombres hechos y derechos, algunos respetados en ciertos entornos por sus conocimientos y su buen criterio. Creo que no han demostrado talante ni buen humor. Que Dans se pasó siete pueblos amenazando e insultando con lo de que España es un país con país con muchos hijos de puta con tiempo libre, pues sí, pero el artículo de Fuckowski no deja por ello de desprender cierto tono revanchista y poca serenidad. A veces creo que deberían calmarse todos un poco y darse cuenta de que quizás tener razón no es siempre lo más importante.

Imagen: http://www.emol.com/deportes/especiales/atenas_04/deportes/boxeo.htm